Todo ser humano a lo largo de su vida se va a encontrar con todo tipo de circunstancias ante las cuales reaccionará de una manera u otra. La manera en la que reaccionemos determinará el resultado.
Primero, vamos a definir la palabra actitud:
"Sentimiento interior expresado por el comportamiento. Por eso puede verse sin la necesidad de palabras."
Nosotros decidimos como actuar, decidimos si controlamos esos sentimientos interiores o dejamos que estallen, produciendo consecuencias que puede que no deseemos. Muchas veces lo que nos falla son las expectativas, ya que como cristianos creemos que nuestra vida va a ser un cuento de hadas y todo va a suceder y resolverse de manera fácil. Pero no es así. Somos soldados, reclutas que se alistan en el ejército, siendo entrenados duramente y enviados a toda clase de batallas ante las cuales debemos saber reaccionar con cordura, identidad, autoridad, sabiduría y decisión.
Tu actitud determina si una situación se convierte en éxito o en fracaso. La actitud de un equipo lo puede conducir a la derrota o a la victoria. Si tenemos buenas aptitudes, dones o talentos pero no desarrollamos una buena actitud, estas no servirán de nada.
La mala actitud puede echar abajo todo lo lejos que podrías llegar con tu talento.
Dependiendo de la actitud que tomemos, una frase en un tono equivocado podrá convertirse en una gran discusión o simplemente quedar en eso, sin darle mayor importancia. La Biblia nos enseña en Proverbios 15:1 «La blanda respuesta aplaca la ira; más la palabra áspera hace subir el furor.» Nosotros decidimos que actitud tomar.
Dos grandes consejos para tener buena actitud son:
- Actúa como «hijo». Somos hijos de Dios, comprados a precio de sangre, con una gran herencia y con grandes promesas en su palabra que nos pertenecen. Por lo tanto, nuestro caminar y nuestra manera de actuar no debe ser cualquiera, sino que debe ser la de hijos de Dios, aceptados en él, que caminan con la cabeza bien alta porque tienen buena autoestima, resumidamente, saben quien son y quien es su Padre. Romanos 8:15. «Pues no recibimos el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!»
- No te desconectes de la fuente. Dios padre es tu fuente, él es tu creador y te conoce mejor que nadie. Dios es quien te ayuda a descansar, a dejar en él tus preocupaciones y tus cargas. Dios Padre es quien te sustenta, te da seguridad y te ayuda a tener dominio propio. Tu relación con él es indispensable para tener buena actitud. No dejes de orar, tener comunión con él y recibe fuerzas en su divina presencia.
Podríamos hablar de muchos consejos más, como la actitud de perseverancia, la actitud responsable, el mantener una actitud de hambre y muchas más. En otro artículo los desarrollaremos. Mientras pongámonos manos a la obra y cambiemos nuestras malas actitudes por buenas.
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